La Paternidad: Jodidamente aterradora

Es difícil explicar lo que son los niños a las personas que aún no tienen hijos, porque convertirse en padre es una experiencia intensamente personal, tremendamente propia. Cada niño es diferente. Cada padre es diferente y cada padre lo vive de forma diferente. No hay dos padres iguales. Cada cultura tiene su propia forma de hacer las cosas. La experiencia es fundamentalmente diferente para cada nuevo padre en el mundo, sin embargo, los niños son lo único universalmente compartido que une a nuestra gigantesca cadena colectiva de seres humanos, independientemente de su nacionalidad, idioma o ubicación. ¿Cómo se explica lo inexplicable? Antes de que naciera Hugo, recordé a Scott Hanselman, un conocido programador, escritor, divulgador y padre que reflexionó sobre el tema de la paternidad. Dijo algo así como "Crees que amas a tu esposa cuando te casas con ella. Entonces tienes un bebé y te das cuenta de que arrojarías a tu esposa debajo de un autobús para salvar a tu bebé. No se puede amar a algo más". Me explotó la cabeza. Pensé, este tío está muy loco. Bueno, está claro que él no ama a su mujer tanto como yo amo a la mía. Entiendo que los bebés son muy lindos, podía imaginarme al mío en un calendario navideño, con su gorrito y traje, increíblemente adorable, pero no será para tanto. Luego tuve un bebé. Y por Dios, tenía razón. No tengo dudas, me tiraría absolutamente debajo de un autobús por mi hijo, también arrojaría felizmente a mi pareja debajo de ese mismo autobús, sin la menor vacilación. ¿Qué diablos acaba de pasarme?

Como adulto, creo haber mapeado el recorrido del amor y las relaciones a lo largo de mi vida. He creado un gran continente donde ubicar y colocar cada sentimiento con el objetivo de poder controlarlos. He amado a mis padres, a algunos de mis amigos, a familiares, animales y eventualmente en distinta época a varias parejas. Una cartografía inmensa que me ayuda a comprenderme y con la que trabajar a partir de las exploraciones que he podido realizar personalmente. He formado ideas sobre lo que es el amor, sus fronteras y límites. Hasta donde se puede llegar y qué se puede obtener. Entonces tuve un hijo, nació de madrugada y aquella misma noche, en mis brazos y pegado al pecho, mirando el cielo por la ventana del hospital, entendí que esos puntos brillantes en el cielo son otras galaxias. Nada de lo que haya vivido o experimentado, se asemeja, está fuera de todo alcance o control. No se rige por leyes físicas. No hay una lógica. Te digo una cosa, es imposible que sepas la enormidad de los sentimientos que tendrás por tus hijos. Es jodidamente aterrador. Cuando estoy sosteniendo a Hugo y le hago reír, puedo sentirlo riéndose hasta en los deditos de los pies. Y me doy cuenta, Dios mío, lo había olvidado, había olvidado por completo lo increíble, inexplicablemente maravilloso que es que cualquiera de nosotros exista. Me miro al espejo, aquí estoy con este cuerpo diminuto y cálido tan cerca de mí, viviendo tan rápido que apenas puedo alcanzarlo, compartiendo su nueva alegría de simplemente estar vivo junto a mi. La alegría sublime de este momento y todos los demás hitos: la primera sonrisa, la primera risa, el primer "papá" o "mamá", el primer abrazo, la primera vez que te toma de la mano. Los subidones son tan increíblemente altos que sentirás vértigo y te preguntarás si alguna vez podrás volver a sentir esa sensación. Pero sorprendentemente, al día siguiente, alcanzas un pico más alto, con una regularidad diaria vertiginosa. Ser padre primerizo es a la vez aterrador y emocionante, una montaña rusa constante de altibajos extremos.

También es una lección de historia, de nuestra historia. De los primeros años de tu vida. ¿Los recuerdas? ¿Cuál es tu primer recuerdo? Es fascinante ver a mi hijo subir por la escalera del desarrollo, de bebé a niño pequeño y luego a niño. Todo esto lo damos por sentado, pero si te fijas en tu hijo, lo verás trabajando minuciosamente a través de prueba y error: comer, moverse, caminar, hablar o tirar. Brazos y piernas, ¿Cómo diablos funcionan? ¿Se pueden sincronizar? ¿Al mismo tiempo? Resulta que los seres humanos somos una especie de animales asombrosos. No hay mejor manera de entender cuán asombrosos son los humanos que el asiento en primera fila que un niño te da para observar cómo se desarrolla todo, desde cero y todos los días. Literalmente, desde el kilómetro cero. Los niños te devuelven los primeros años de tu vida. Te vuelves adicto. Es como volver a nacer sabiendo que te necesitas. Tener un hijo es muy parecido a correr una carrera de ultra distancia. Un desafío increíble, por terrenos que suben y bajan, a veces desconocidos, a veces desafiantes, se sufre y se llora, pero una experiencia valiosa y transformadora. Te deja con la sensación de que realmente lograste algo con todo ese esfuerzo que has invertido. Piénsalo, después de todo, has creado algo asombroso: un ser humano. Puedo decir, con la serenidad de un hombre que tiene bastantes canas y arrugas, que nunca he estado más agradecido que ahora por nada en mi vida. Y para mí, eso es lo que realmente significa ser padre.

Comentarios

  1. La paternidad es una hermosa aventura que comienza con una montaña de productos para cuidar del bebé. Con amor y dedicación, cada artículo se convierte en un aliado para criar y proteger a nuestro tesoro.

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