Algarve: Acantilados y Cuevas

Una de las rutas más famosas y transitadas en el Algarve es la "Percurso dos sete vales suspensos", que debe su nombre a los siete valles formados por la fuerza del agua. Se trata de una ruta con vistas panorámicas del océano Atlántico pasando por acantilados, playas, faros, grutas y demás formaciones geológicas. La ruta se puede comenzar desde varios puntos, pero oficialmente se inicia o termina desde la Praia de Vale Centeanes. Yo preferí comenzarla desde la soleada plaza de Carvoeiro, una antigua población de pescadores que se convirtió en un centro turístico cosmopolita, nació asociado a una pequeña y acogedora ensenada de aguas tranquilas.
Mientras escribo estas líneas, no soy consciente de que ahora mismo este paisaje kárstico está cambiando ante mi insignificante vida. Inmóvil, estático en apariencia, esta siendo acariciado por el viento, traspasado por la lluvia y golpeado por el mar. Millones de años han sido necesarios para esculpir estos arcos y grutas, estas imponentes chimeneas, estos pozos naturales y yo tengo la suerte de vivirlo.
La ruta original tiene una distancia de 5 kilómetros de ida, pero la realizada por nosotros, roza los 10 kilómetros sin contar la vuelta. Es importante conocer más sobre la zona que visitamos, por ejemplo, la palabra "algar" da nombre a la región, es una palabra procedente del árabe Al-gar, y significa caverna o cueva. Los algares son cavidades naturales formadas verticalmente por la propia fuerza del agua, tanto a causa de la lluvia como del mar, de manera que la erosión va formando un agujero a modo de pozo que poco a poco va aumentando su tamaño.
Es una ruta que no precisa descripción ni señalización, simplemente hay que ir y andar o correr por ella, es lo único que se necesita para disfrutar de esta maravilla natural. Si es en temporada baja, mucho mejor, ya que es un lugar muy transitado en temporada alta. Hay multitud de lugares reconocibles, como es el Faro de Alfanzina y la la Praia de Vale Espinhaço a su sombra. Una pequeña pero maravillosa cala, de difícil acceso, por el tema de las mareas, que se  divisa desde lo alto del acantilado.
La Praia de Vale Centeanes es una playa tranquila rodeada de aguas tranquilas, desde ella parte una escalera que te llevará a lo alto del acantilado, esta zona es el punto más alto de la ruta, 45 metros. Realmente te sientes tan pequeño ante la inmensidad de este paisaje esculpido por el tiempo que puedes llegar a sentir la emoción de poder alcanzar a ver la infinidad del mar desde esta altura, de forma tan fácil, a tan sólo unos cientos de metros de lo ordinario.
Otro de los lugares reconocibles es la playa de Carvalho, vigilada desde el agua por un peñón, seña de identidad de este paraíso escondido. Para acceder a ella debes atravesar un túnel excavado en la roca cuyas escaleras te transportarán a otra dimensión. La playa está protegida por altas paredes rocosas moldeadas por la erosión que resguardan del viento creando un microclima que permite incluso tomar el sol en invierno. Aguas turquesas salpicadas de espuma blanca que harán que no quieras atravesar de nuevo el túnel para regresar a la realidad.
Quizás el lugar más conocido de esta región sea la Cueva de Benagil, también conocida como "la catedral del Algarve". Una bóveda de roca que cuenta con su propia playa, iluminada por la luz que entra por el agujero de la parte más alta. Se puede llegar a la gruta en barca o nadando, pero las barcas turísticas solo entran para hacer la famosa fotografía, sin dar opción a bajar. También puedes asomarte desde arriba. El mejor momento para visitarla es entre las 12 y las 14 horas, ya que la luz ilumina toda la cueva.
Hay multitud de calas escondidas entre los acantilados, durante su paso se puede percibir el aroma de la vegetación, las acaricias de la brisa atlántica y los rayos del sol en el sur. Se pasa por las playas de Corredoura, Cao Rabioso entre otras, pero para mí, el lugar más impactante es el espectacular dos arcos naturales sobre el mar que nos da la bienvenida a la playa de Marinha, donde el naranja y el turquesa pintan un paisaje que podríamos estar contemplando durante horas.
Posiblemente la más bella y famosa de las playas sea la Playa de la Marina (Praia da Marinha), situada en Lagoa, concretamente en un enclave conocido como Caramujeira. Realmente hay que visitarla para percibir la perfección de su espectacularidad, no es suficiente con ver fotos. Tan hermosa es esta playa, que numerosas guías la consideran una de las diez más bellas de Europa, y de las cien más hermosas y especiales de todo el mundo. De tamaño pequeño y escarpados acantilados que la rodean, esta playa ostenta grandes formaciones rocosas que le aportan una belleza impresionante.
En la costa Vicentina de Portugal me encontré con el Atlántico. No pensé que iba a dar con un paisaje tan excepcional, pero de pronto ahí estaba, inmenso, salvaje, con ese azul intenso y esas grandiosas playas de arenas blancas, finas. El Atlántico me hizo sentir pequeño, envolviéndome con su manto húmedo, y me veo arrastrando mi mirada al horizonte, al tiempo que me estremecen los sonidos de las olas batiendo contra las rocas.

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