Pirineos: Vuelta al Posets (3.375m) y cresta las Espadas

En la subida al Mulleres, la semana pasada, coincidí con un montañero de Vizcaya que estaba realizando una travesía con final en Benasque. Cuando se camina sólo, la compañía no se elige, te la ofrece el camino, y a veces se congenia tanto que te gustaría que sus pasos fueran los tuyos. Unos pocos de días después, ya me encontraba yo también en Benasque, comprando en una tienda, cuando oigo una voz a lo lejos entre el bullicio de la gente, al girar, mi cara de asombro cambia por la de entusiasmo, encontrar una cara conocida entre tanto desconocidos no puede ser otra cosa que obra del destino. Charlando tranquilamente de montañas en un bar con unas cervezas de por medio, le sugiero que me recomiende algunas actividades, una de ellas es la vuelta al Posets, una travesía de alta montaña que rodea el segundo macizo más alto de los pirineos y techo de la comarca del Sobrarbe con 3.369 metros. De este modo empezó mi aventura por el Posets o Punta Llardana, un macizo granítico imponente por todas sus vertientes grandiosas y de salvaje belleza.
En el aparcamiento del Valle de Estós, cerca del puente San Jaime, me encuentro con un señor de 72 años, solitario, perfectamente podría portar el estandarte de "camiNOsolo". Viene de Murcia, durante nueve meses lleva una vida de jubilado, austera, se entretiene editando las fotografías que realiza el resto del año e imaginándose las próximas. Durante los tres meses de verano, viaja en su coche a los Pirineos y Alpes, recorre cientos de kilómetros huyendo de una civilización para descansar en los valles. Compartimos penitencia, y aunque él tiene miedo de las cumbres y no las visita, sueña con ellas, yo que me siento atraído por ellas, le regalo algunas instantáneas, el las admira con sinceridad. Seguimos el GR11 por pista forestal hasta la cabaña del Turmo, cruzamos el río y por un sendero ascendente y bien marcado llegamos al Refugio de Estós, donde mi amigo daría por finalizada su trayecto de ida, he disfrutado de un paseo matinal en un día soleado con buena compañía, perfectamente podría ser un regalo de las montañas.
Continuo por el GR11 una senda muy bien marcada por la orilla izquierda del río hasta llegar al barranco Clarabide. Allí se cruza al margen derecho y se asciende con un desnivel pronunciado hasta alcanzar el Puerto de Gistaín, se encuentra a unos 2.600 metros. Las vistas al fondo del valle son excepcionales, intenté convencer a mi amigo para que me acompañara hasta el collado, mientras tomábamos un café en el refugio, me contestó que si desde él se vería la cima del Posets, yo sin saber la respuesta le dije que sí, pero el guarda del refugio me corrigió. Ahora, sentado en el collado pienso: Él si que es un soñador.
Desde el collado se tiene unas vistas magnificas al Gran Bachimala, para bajar se toma un sendero por terreno herbácea con pocas pedreras del margen izquierda del barranco Chisten, en ese momento atravieso una zona repleta de marmotas, tengo la fortuna de disfrutar de unos momentos de gran armonía tirado en la hierba.
Continuo bajando hasta llegar a la Pleta Dañes Cruzes. En ella se accede a un sendero el cual atraviesa tres barrancos para continuar bajando, por el margen derecho del río Zinqueta Dañes Cruzes, en dirección Sur. A mi izquierda voy contemplando la inmensidad del macizo del Posets. Tras pasar junto a la cabaña de Puyarueso se llega al cruce a las Bordas de Biadós (cabañas) y el cruce del Refugio de Biadós, que se encuentra a poco más de un kilómetro, al cual para mi sorpresa, se puede acceder en vehículo motorizado.
Este valle, el de Gistaín, me sorprendió por la cantidad de personas que me encontré en sus inmediaciones al igual que bajando por el barranco cuando yo subía, seguramente a ello se debe lo bien marcada que se encontraba la senda, que siempre se agradece. Eran las cinco de la tarde cuando terminé de bañarme y comer junto al río Zinqueta, lo sé porque un grupo se detuvo a refrescarse a la orilla del río. La subida, al principio agradable y suave a través de un bosque de pinos, se vuelve muy dura con paso zigzagueante para terminar en un gran nevero en el collado de Eriste a más de 2.900 metros.
Al comenzar a bajar por la otra vertiente, me encuentro con uno de los ibones más espectaculares que he visto, el ibón de Llardaneta, que se emplaza a una altitud de 2.676 metros en un pequeño circo rodeado por cumbres que superan los 3.000 metros de altitud en un entorno de alta montaña. En él se encontraban un grupo de "scouts" acampados ocupando las mejores posiciones para plantar la tienda.
Tengo que reconocer que llegue bastante agotado, había realizado una ruta de unos 2.300 metros de desnivel positivo en 30 kilómetros. No tardo mucho tiempo en prepararlo todo y antes de que se hiciera de noche ya me encontraba metido en el saco leyendo un poco. Con la experiencia, comprende que es mejor prepararlo todo y no relajarte, pues te puede entrar el bajón, es todo una rutina, ya no tienes que pensar para ello, montar tienda, hinchar colchoneta, estirazar saco, coger agua, calentar, comer, lavarse los dientes, etc
El día se alzó tan fresco y luminoso como era posible, el descanso de la noche había sido muy reconfortante. Cuando te levantes en un lugar como este, con mi actitud, siempre tienes la sensación de que algo nuevo te depara, así es como te sientes en cada mañana, lleno de energías por descubrir un mundo nuevo.

Justo cuando empezaba a dejar atrás el ibón, encontré dos muchachos que ascendían y portaban una cuerda de unos 40 metros, al preguntarle a donde se dirigían con ella, me comentaron que iban a realizar una travesía por la cresta de las Espadas hasta el Posets. Les pregunté el grado de dificultad de la actividad a lo que ellos respondieron que la cuerda la llevaban por precaución. Así que tras indicarme el camino que asciende al collado del Pavots para poder acceder a la cresta, puse mi rumbo hacia allí.
La cima del Pavots (3.121 mts.) es fácil y muy asequible por su vía normal, desde su cima se puede apreciar el ibón de Llardaneta y el comienzo de la actividad. La cresta o loma cimera que sigue es muy fácil y amplia, casi no se le podría decir cresta. Justo en lo que llaman el Collado del Pavots o Paso del Tucón Royo hay un nevero que confirma la suavidad del terreno en esta parte del recorrido. Pero no dura mucho…
Poco después y comenzando la subida de nuevo desde el collado, la cresta se convierte de nuevo en su propia definición, afilada, escalonada y vertical. Se superan varios pináculos sin nombre, el avance se hace entretenido, hay que ir despierto y se puede disfrutar de un entorno privilegiado, no puedo dejar de observar y admirar mi alrededor. De lo más espectacular es la imagen de la mole del Posets, rey y mayor altura del recorrido y del macizo, objetivo final de esta extraordinaria actividad.
A veces la verticalidad y vertiginosidad de los patios a cada lado se hace más evidente y extrema, la caída al Valle de Chistau es realmente vertiginosa.
Y ya, después de estos pasos y cuchillas, la cresta culmina con la llegada a la antecima sur de Las Espadas (3.325 metros). Las Espadas se componen de 3 cimas o alturas reconocibles: antecima sur y norte con la misma altura, y en el centro la más alta a 3.332 metros. El día sigue siendo magnífico, me siento en una pequeña roca que cae al abismo, pero estoy tan excitado que no puedo quedarme quieto. Realizo varios fotos para inmortalizar la eternidad de estas montañas, de estos paisajes de ensueño, altos y fabulosos. Desde aquí veo lo que me queda de cresta, intuyo algún paso complicado, la puntiaguda cima de la Tuca de Llardaneta y el famoso paso del Funambulista.
La bajada hasta el Paso del Funambulista es fácil pero vertical por roca descompuesta y suelta, desde la misma cima de Las Espadas, pero con un itinerario ya marcado. Los diferentes colores, estratos, rocas y formas de los mismos, hacen de este instante un momento único, no hay que dejarse influir por el patio que tenemos a nuestros pies.
Recuerdo que al principio de una trepada, una de las más entretenida, observé a mi izquierda que abajo, al fondo tenía los restos del Glaciar de Llardana, el que me tragaría si llegara a caer. El paso forma una especie de pequeño diedro con grietas horizontales para meter bien los dedos hacía abajo y tirar de ellos ya que los píes no tienen buenos apoyos.
Amanda Guyer, psicólogo de los Institutos Nacionales de Salud en Bethesda, Maryland, ha encontrado que las personas con más tendencia a estar solas resultan ser más sensibles a todo tipo de interacciones emocionales y estímulos sensoriales, lo que significa que suelen encontrar placer donde otros no lo hacen. Pienso que la soledad deseada no es sólo una opción, sino algo recomendable para cualquiera. Gozando de esta libertad personal se puede elegir qué es lo que más apetece en ese momento sin necesidad de dar explicaciones a nadie.
Las vistas desde Posets son de las más vasta que he tenido el privilegio de apreciar en los Pirineos.
En la cima del Posets mi ánimo era igual que al principio, calmado, sólo la voz de quienes habían hecho cumbre por la ruta normal me devolvía, a veces, a la realidad. Para mi ese día había meditado en movimiento, y sin darme cuenta había calmado las aguas de mi estanque.
Bajando por la Canal Fonda, echo un vistazo atrás para ver el recorrido completo, su perfil agreste, donde destaca Las Espadas y la Tuca de Llardaneta, verticales y espectaculares… una actividad encantadora y asombrosa. Incluido el Posets, he subido cinco picos de más de tres mil metros que son: Pavots (3.121 mts.), Las Espadas (3.332 mts.), Tuca de Llardaneta (3.311 mts.), Tuqueta Roya (3.273 mts.) y Posets.
El camino que sale de la Canal Fonda deriva en la senda del GR que viene del Collado de Eriste hacía el Refugio Ángel Orús, el mismo que había dejado al comienzo de la actividad. Tras varias palas de nieve, que bajo deslizándome, a veces rodando y veces de culo, llego a un riachuelo donde me arrodille y vevi hasta saciarme. Los neveros habian dejado paso a sosegados y verdes prados, esta parte, ya sea por el cansancio o por el peso, se hace interminable. El Ángel Orús solo llegas a verlo cuando ya estás cerca de él, y cuesta pensar en el tremendo desnivel y terreno salvado cuando comenzé la actividad ayer por la mañana. El sol seguía regando el verde y bello Valle de Eriste, allá abajo del refugio, donde yo me dirigía. El sendero termina en la Cascada de Espigantosa, espectacular como todo el recorrido, pero mi camino continuaría unos 12 kilómetros más por pista forestal hasta la localidad de Eriste y por carretera hasta Benasque, tan largo y cansado que no me apetece ni recordarlo.
LOS NOMBRES Y DATOS DEL RECORRIDO LOS HE APRENDIDO UNA VEZ QUE ME ENCONTRABA EN MI CASA, EN ESE MOMENTO NO TENIA NI IDEA DE LA MAYORÍA DE ELLOS.

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