Algo más que un relato sobre los Pirineos.

Son las tres de la madrugada y aquí estoy, sentado frente a mi pantalla con las manos apollada sobre el teclado y escribiendo sin sentidos mientras dejo a ZPU que corra por mis venas. Sigo en el dique seco, sin hacer deporte, sin dormir y perderme en la montaña; es inevitable no sentir nostalgia de algo que estando tan lejos está tan cerca y estando tan cerca está muy lejos. Me gustaría volver a escribir, tener lugares que me inspiren, sentimientos que me motiven, de vez en cuando miro por la ventana y veo un sinfín de luces de color y de tejados; pero son tejados inertes, carentes de cualquier atractivo o incentivo que me aliente a pensar que tal vez pudiera haber un halo deesperanza para poder ser feliz en esta jungla de asfalto. En estos momentos me encuentro vació pero los recuerdos te hacen fuerte, tenia esta entrada pendiente, después de publicar las fotos y el vídeo, me quedaba escribir sobre la experiencia, así que aprovecho esta noche pasiva para volver a ser yo.

Un viaje no es sólo una visita a una ciudad, una región o un país... También es una experiencia para conocernos a nosotros mismos, la mejor forma para ello es viajar con tu mochila o sobre dos ruedas, buscar la esencia del viajero puede cambiarte la vida. Después de pasar jornadas conviviendo con la naturaleza cargando con tu equipaje seguro que algo, por pequeño que sea, cambia en tu interior. Cualquier época del año es buena para viajar, pero el verano suele ser una época especial donde la meteorología suele respetarnos. La Cordillera Pirenaica se extiende del océano Atlántico al mar Mediterraneo, abrazando y hermanando para siempre a un buen puñado de tierras, idiomas y culturas diferentes. A pesar de que a priori este hecho diferencial parezca insalvable, existe una única cultura y único país: los Pirineos, que unen a todos sus hombres y mujeres que habitan en sus valles, a los pies de las grandes montañas. Después del Cáucaso y los Alpes, los Pirineos son la cordillera más importante y destacable de Europa, pues se extiende aproximadamente a lo largo de casi 500 kilómetros de longitud, y está formada por multitud de montañas de todas las caracteristicas posibles e inimaginables. Yo elegí viajar a los Pirineos este verano pasado, en principio por la meteorología, pero terminé descubriendo unas montañas, que en su época estival, destacan por su diversidad, por su proximidad a los montañeros, y sobre todo, por ofrecer ascensiones y rutas para todo el mundo, adecuadas a todos los niveles: cada uno puede decidir el camino y montaña según su nivel físico y técnico.

-Primer Día-
Todos saben que un viaje comienza cuando decides hacerlo, pero como ese tema ya lo trate justo antes de marcharme, me voy a limitar a los días de caminata. Partí desde Málaga en un autobús directo a Irún, bastante económico y lento, desde aquí tienes la posibilidad de cruzar la frontera, dirección Hendeya, por medio de un tren de cercanías, desde donde empieza el GR-10 o coger un autobús hacia Hondarribia y el Cabo Higuer, donde empieza el GR-11 para retroceder sobre los mismos pasos. Yo que me encontraba impaciente, ansioso, después de 16 horas en autobús por comenzar a caminar y la coincidencia en este punto con algún peregrino que comenzaba su "camino" hacia Santiago decidí andar desde la misma estación de autobús, cruzar Irún hacia la desembocadura del Río Bidasoa en el océano Atlántico. Siempre paralelo al río, pasé por la localidad de Béhobie y luego por Biriatou, donde encontré las primeras señales rojas y blancas, sonrisa. El verde intenso teñía los bosques y prados por donde iba pasando, al ser Domingo, los primeros kilómetros estaban muy transitados por senderistas, la imagen del Valle del Bidasoa cada vez mas lejano significaba que poco a poco estaba haciendo camino. Por estas tierras, tienes que ir familiarizandote con palabras como "col" que significa collado, el más importante por el que pasé el primer día fue el "col d'Ibarin", una carretera con multitud de negocios a cada lado que une España con Francia, muy concurrida por estos últimos para comprar productos españoles a bajo precio. La predominación de bosques de pinos en este primer día es asombrosa, decido voldear el monte Larrun, un pico muy famoso y turístico que tiene su propia estación de funicular para subir y bajar, por un camino a mano derecha marcado como (PR-16) agradable y tranquilo a través de un estupendo bosque. Comienzo una fuerte bajada hacia el Col de Lizuniaga, donde me vuelvo a cruzar con una carretera local y un pequeño Hostal, donde dos hombres disfrutan de una tranquilidad asombrosa, en este momento no soy consciente de lo importante que se convertiran en un futuro. Comienzo a subir, al poco tiempo encuentro un lugar mágnifico para acampar, es un balcón hacia la preciosa localidad de Vera de Bidasoa, situado en el paraje de Labeaga, un apacible, tranquilo y pequeño campo de tiro, donde hay una refrescante fuente de agua. Sobre las 6 de la tarde monto la tienda de campaña, me "ducho" y ceno disfrutando de este esplendido paisaje. La ruta grabada ese día se puede ver aquí.

-Segundo Día-
Ha sido una noche muy tranquila y reponedora, un nuevo amanecer significa nuevas experiencias, el valle estaba cubierto de nubes, era una estampa preciosa, sentado en la fresca hierba tomándome un té pensaba que nada podía interponerse entre yo y mi felicidad. El camino era suavemente ascendente, me sentía cómodo, tranquilo y sereno, tarareaba una y otra canción de las que suele escuchar a diario. Siguiendo las señales rojas y blancas me confundí y cogí un sendero local que bajaba hasta Vera de Bidasoa, entrando por las primeras casas, supe que me había perdido, le pregunté a un hombre que estaba cortando el césped de su magnifica casa de campo, resultaba que veraneaba en Estepona, fue muy agradable y me indico un camino mas corto para volver al punto donde me perdí. Una vez en la pista forestal y llegado al Col de Lizarrieta, una carretera que vuelve a unir dos países, se distingue porque tiene un puesto fronterizo abandonado y un viejo bar, llegué a una zona conocida como palomeras de Exalar, unas torres altas con red, para cazar palomas torcaces en su migración otoñal. En el camino que lleva al Valle del Baztan encuentro una larga sucesión de búnkeres que pone de manifiesto el intenso afán militar por el control fronterizo del siglo pasado. Aprovecho para tumbarme a la sombra de algunos bosques densos de heyedos y robledales con ejemplares de gran porte, termino descendiendo a la localidad de Azpilkueta, una población que jamás fue ocupada por los musulmanes, acampo en un extenso paisaje junto al río, hoy me siento más cansado, son más de las 8 de la tarde y no me entretengo mucho en meterme en el saco. La ruta grabada ese día se puede ver aquí.

-Tercer Día-
Ha sido una noche algo incomoda, el prado donde he acampado era propiedad del ganado y me ha picado alguna pulga. No me demoro mucho en comenzar a caminar, el valle a vuelto a despertarse con nubes bajas, pero esta vez estoy yo dentro, sigo bajando hacia Erratzu, me cruzo con algunos peregrinos, gusta encontrarse a gente con mochila. En la plaza del pueblo hay una estupenda fuente donde aprovecho para lavarme la cara, refrescante, el sol empieza a apretar. Me dirijo hacia el Monte Autza, cojo el camino equivocado, me encuentro con un trastorista de frente, le pregunto, se ríe, me invita a subirme, retrocedo el camino junto a él mientras charlamos sobre la economía en las poblaciones ganaderas y agricolas de Navarra. Ya en la pista forestal correcta, llego al Col d'Elorrieta, tras superar un fuerte desnivel por un magnifico hayedo, encuentro la muga 101, esta es otra de las palabras con las que tengo que familiarizarme, las mugas son bloques de piedras que separa la frontera Española y Francesa y ayudan a orientarse. Tras un descanso, sigo ascendiendo atravesando otro magnifico hayedo, encuentro senderistas franceses, me animan, no es necesario subir al Pico del Autza (1.304 metros) pero yo decido subir y ver de muy cerca un Qebrantahuesos. Comienzo la bajada hacia el Valle de les Aludes, a travesando unos cuantos prados y barrancos con grandes panorámicas, encuentro marcas amarillas hasta llegar a la población francesa de Les Aludes. Veo un cartel de Camping, se encuentra en la siguiente población de Urepel y me dirijo hacia el, lugar tranquilo junto al río, me recibe un chaval de nacionalidad francesa que está investigando como mejorar la agricultura de aquella zona, pasamos lo que queda de tarde bebiendo vino y charlando sobre la vida. La ruta grabada ese día se puede ver aquí.

-Cuarto Día-
Noche tranquila, he dormido como un bebe, se nota que me encontraba cansado, he desayunado sin prisas, disfrutando de unas buenas rebanadas de pan. Tras dejar la carretera que termina al final del valle, comienzo a subir, sigo inmerso en grandes bosques de hayedo, hasta ahora no he tenido problemas con el agua, posiblemente estoy bebiendo agua que proviene del ganado, pero está haciendo unos días muy calurosos y no puedo evitar refrescarme en cualquier arroyo que me encuentro, satisfacción. Me dirijo hacia el Col de Lezeteako, aunque haga presencia de algunos collados, la mayoría se quedan en el anonimato, este collado es un plateau desde donde tengo unas magnificas vistas al macizo de Quinto Real, un conjunto de barrancos y montes donde se convinan los prados y los hayedos más aislados, me cruzo con la muga 151, vuelvo ha estar en territorio español, me vengo arriba. Llego al Collado de Ataloztiko, un amplio prado, descanso tirado en la hierba, la mochila me está comiendo la moral, se acerca un mochilero que está realizando un tramo del GR-11, charlamos un rato y coincidimos en lo grandioso que es estar allí sentado sin necesitar nada más, le pregunto sobre el camino hacia Roncesvalle, le comento que estoy cansado y me anima a continuar, se despide diciendo que lo mejor está por llegar, no era consciente ni de sus palabras, ni de su futura presencia. Llego a Roncesvalle, ya la conocía, pero me sigue impresionando la cantidad de peregrinos que alberga esta pequeña localidad, bajo al bar a llamar por teléfono, al pasar por la puerta del albergue me confunden con un peregrino y me invitan a pasar, les doy las gracias y continuo, hablo por teléfono, me emociono y continuo. Busco un lugar tranquilo para dormir, así que sigo andando, llego al Puerto de Ibañeta, la niebla ya se ha apoderado de este lugar, hace tres años ya recorrí este camino en sentido contrario, me paro en la capilla de San Salvador y en el monumento dedicado al Caballero Rolando, emergen en mi viejos sentimientos, aguanto la respiración y sigo caminado, tranquilo, aunque se ve poco, me conozco el camino, es difícil olvidarlo, me sorprendo cuando veo bajar a unos pocos peregrinos a más de la siete de la tarde, están un poco desorientados, me preguntan y les indico. Llego al Collado de Lepoeder, lugar perfecto para acampar al lado del Refugio para protegerme del fuerte viento que se ha levantado, esta noche no hay ducha, pero ceno en el refugio con un inglés de 60 años que viene desde Saint Jean Pied de Port, pero no tuvo fuerzas de llegar a Roncesvalle y se quedó a dormir sólo en el refugio, practico un rato el idioma ingles con mi compañero y me voy a la tienda a descansar. La ruta grabada ese día se puede ver aquí.

CONTINUARA

Foto que representa lo que significa un viaje, majestuosidad y humanidad.

Comentarios

  1. Por fin te vuelvo a leer ,eso es buena señal.

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  2. animo campeon¡¡¡¡ sigue escribiendo y haznos sentirnos vivos¡¡¡ saludos

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  3. el anonimo soy yo...pozo..jeje

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  4. En esta web podéis ver fotos de las mugas de la frontera en los Pirineos: http://www.mojonesdelospirineos.com
    Saludos

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