La simplicidad debe imperar en nuestras vidas

La mayoría de las cosas son más simples de lo que parecen. Pero resulta que la mayoría de las personas, no ven esto. Curioso y aunque yo no soy ejemplo de nada, este espacio me permite expresarme como quiera. Observo y reflexiono mucho más que la media, lo veo en la gente que me rodea. He llegado a la conclusión de que la razón por la que las personas piensan demasiado las cosas es para sentirse ocupados. Las personas operan bajo la percepción errónea de que su pensamiento excesivo y sus intentos de controlar cada situación les permiten resolver problemas y planificar el futuro. En cambio, su patrón de pensamiento obstaculiza el procesamiento cognitivo y también provoca una sobreestimulación de las áreas del cerebro que procesan las emociones y también el miedo. Al pensar demasiado, el cerebro les engaña haciéndoles creer que están preparados para cualquier situación, que pueden manejar cualquier resultado. Pero lo único que consiguen es detenerse en errores y deficiencias, lo que aumenta el riesgo de problemas de salud mental. Estas personas no pueden soportar cuando la vida transcurre sin incidentes. Entonces, crean drama, imaginario. Comportamiento de sabotaje, daño narcisista, se trata de recrear esa sensación de estar fuera de control, por lo tanto, tener el control. Su propio motín voluntarioso. Cicatrices mentales que las dirigen. Al cerebro le gusta estar ocupado. No nos damos cuenta, pero estar ocupados es algo que elegimos en mayor medida de lo que creemos. Optamos por acumular obligaciones, resolver problemas de forma compleja, porque eso nos mantiene a una distancia segura y cómoda de muchos problemas, los reales. Al final es una manera de escurrir el bulto ante las grandes preguntas de la vida y su propósito. Estar ocupado es dejar que otros controlen el tiempo. Tener un propósito es estar en el asiento del conductor. Si eres un pensador excesivo, probablemente tengas tendencia a quedarte atascado en la fase de «análisis» de una situación. Prueba a dar un paso inicial para resolver el problema, incluso si es pequeño, ayuda a romper el ciclo del pensamiento excesivo. El acto de hacer algo puede sacarte de tus pensamientos. Actúa, muévete.



Nuestro cerebro se mantiene ocupado entendiendo, resolviendo, decidiendo, debatiendo, discutiendo, influyendo, creciendo, opinando o incluso gimiendo. Está siempre trabajando. Esto significa que cuando algo es simple, nuestro cerebro concluye que no puede ser tan simple y procede a hacerlo mucho más complicado, difícil, esto es más estimulante. Lo hace para que podamos decirnos y demostrarnos a nosotros mismos que realmente fue complicado, somos valiosos, aunque realmente fue simple y no necesitó nada extraordinario. El hambre de estimulación del cerebro es la razón por la que somos adictos a cualquier tecnología que nos proporcione más información, más rápido. Esto explica el crecimiento explosivo de los teléfonos inteligentes y las redes sociales. Fíjate, acudes y enciendes la pantalla del móvil continuamente sin que te haya reclamado. Entonces, en este entorno hiperestimulante, muchas personas se preguntarán, ¿Cómo se puede volver a la simplicidad? Inténtalo, deja de usar la tecnología por un día. Sí. Apaga todo. Observa tus sentimientos, tu ansiedad, tu cerebro y tu enfoque. Durante este tiempo, considera algo que parezca complicado y pregúntate cómo puedes simplificarlo. Habla en voz alta contigo mismo. Escucha atentamente lo que realmente te estas diciendo a ti mismo. Supervisa este «diálogo interno». Escribe estos pensamientos en un papel. Siga preguntándote: ¿Cuál es la parte simple de esto? ¿Qué parece complicarlo? ¿Qué puedo hacer para que sea sencillo? Y escucha atentamente tus respuestas. Con toda la tecnología apagada. Sí. Las respuestas podrían sorprenderte. Inténtalo, aunque te parezca una tontería.



Ya lo decía Steve Jobs: «Lo simple puede ser más difícil que lo complejo. Hay que trabajar duro para aclarar las ideas y para hacer que lo pensado sea simple. Pero vale la pena una vez se consigue, ya que puede mover montañas». La simplicidad debe imperar en nuestras vidas. En vez de decir «no tengo tiempo o esto es muy complicado» intenta decir «eso no es una prioridad o esto lo hago así», y ve cómo te sientes. A menudo, ésta será una explicación adecuada. Si la frase «Tengo tiempo para planchar mi ropa, simplemente no quiero» no te sienta bien, te incomoda, bueno, ése es el punto. Inténtalo. Cambiar nuestro lenguaje nos recuerda que el tiempo es una elección. Normalmente, si no nos gusta cómo estamos gastando una hora, podemos elegir algo diferente que hacer. Recuerda, si notas que tienes el deseo de decirle a los demás lo ocupado que estas, es interesante preguntarte por qué de ese sentimiento. Generalmente, es porque equiparas estar ocupado con ser importante o valioso. Puedes creer que estar «ocupado» les indica a otras personas que eres importante, valioso, amado o cualquier otra cosa similar. Para terminar voy a recordar las palabras que hace mucho tiempo oí: «Usa tus palabras con cuidado y transmítalas a la otra persona con la menor cantidad de palabras posible. Sea concreto en su mensaje y no divague demasiado».

Comentarios