Guadarrama: Pico Peñalara con entriopía

Si analizamos el comportamiento de la vida, por ejemplo la nuestra, podemos llegar a la conclusión de que tiende a causarnos problemas y dificultar las cosas. Mientras que las soluciones siempre requieren nuestra atención y esfuerzo, los problemas parecen surgir de la nada. La vida nunca parece funcionar para nuestro propio beneficio. En todo caso, nuestras vidas se vuelven cada vez más complicadas y desordenadas en lugar de permanecer simples y estructuradas. Esto ocurre a causa de una de las grandes fuerzas de nuestro universo. Esta fuerza es tan fundamental para la forma en que funciona nuestro mundo que impregna casi todos los esfuerzos que perseguimos. Conduce muchos de los problemas que enfrentamos y conduce al desorden. Es la única fuerza que gobierna la vida de todos: la entropía. 
Una manera simple de comprender el significado de entropía es imaginando que coges todas las bolas de un billar y las tiras sobre el propio billar. En teoría, es posible que las bolas se introduzcan por los agujeros y no quede ninguna sobre la mesa. Pero en realidad, eso nunca sucede. ¿Por qué? En pocas palabras, porque las probabilidades son mínimas. Cada bola tendría que caer en el lugar correcto y la fuerza correcta para introducirlas todas. Solo hay un estado posible donde cada bola entraría por un agujero, pero hay un número casi infinito de estados donde las bolas no entran por ellos. Matemáticamente hablando, un resultado ordenado es prácticamente improbable que ocurra al azar. La entropía es una medida del desorden. Y siempre hay posibilidades mucho más desordenadas que las ordenadas.
Esto es lo importante de la entropía: siempre aumenta con el tiempo. Es la tendencia natural de las cosas, perder el orden. Las malas hierbas superan los jardines, las ruinas antiguas se desmoronan, los vehículos comienzan a desgastarse y las personas a envejecer. Incluso con suficiente tiempo, las montañas se erosionan. La tendencia inevitable es que las cosas se vuelven menos organizadas. Esto se conoce como la segunda ley de la termodinámica. Dicha ley establece que la entropía de un sistema cerrado nunca disminuirá, o sea, que aumentará. A la larga, nada escapa, la atracción de la entropía es implacable. Todo se descompone. El desorden siempre aumenta.
Esto nos debería de llevar a entender porqué la vida es algo increíble. Y es que la colección de átomos que componen el cuerpo podría organizarse en un número prácticamente infinito de formas y casi todas ellas no conducen a ninguna forma de vida. Matemáticamente hablando, las probabilidades de nuestra existencia son prácticamente nulas, somos una combinación muy poco probable de átomos. Y aún así, aquí estamos. Es realmente increíble. En un universo donde la entropía gobierna el día a día, la presencia de vida con tal organización, estructura y estabilidad es asombrosa.
Lo que intento decir, es que tenemos una combinación de talentos, habilidades e intereses que son específicos para cada uno de nosotros. Pero al mismo tiempo vivimos en una sociedad más grandes que no fue diseñada teniendo en cuenta las habilidades especificas de cada uno. Teniendo en cuenta lo que sabemos sobre la entropía, ¿cuáles cree que son las probabilidades de que el entorno en el que has crecido también sea el entorno óptimo para nuestros talentos?. Es muy poco probable que la vida te presente una situación que coincida perfectamente con tus puntos fuertes. De todos los escenarios posibles que podríamos encontrar, es mucho más probable que encontremos uno que no satisfaga nuestros talentos. Tenemos frases comunes para estos casos: "como un pez fuera del agua". Obviamente, en este contexto es mucho más difícil tener éxito, ser útil y ganar. Lo más probable que la vida no sea óptima: tal vez no creciste en la cultura adecuada para tus intereses, tal vez estuviste dedicado a los estudios o deporte equivocados, tal vez naciste en el momento incorrecto de la historia. Sabiendo esto, debemos asumir la responsabilidad de diseñar un estilo de vida idóneo, con trabajo. Se diseñan vidas óptimas, no se descubren. Las dificultades de la vida no ocurren porque los planetas están desalineados o porque alguna fuerza cósmica conspira contra nosotros. No es culpa de nadie que la vida tenga problemas. Es simplemente una ley de probabilidad. Hay muchos estados desordenados y pocos ordenados. Dadas las probabilidades en contra de nosotros, lo que es increíble no es que la vida tenga problemas, sino que podamos resolverlos.
No podemos luchar contra la manera en la que funcionan las cosas, entender que todo tiende a desordenarse nos puede ayudar a controlarlo. Básicamente tenemos que concentrar nuestras energías en los puntos que necesitamos tener ordenados para que la vida funcione y no angustiarnos cuando algo en lo que no has centrado tus energías falle. Así que convive con el caos, marca tu circulo de prioridades en los que centrarte. Habrá caos, así que tendrás que adaptarte pero sobre todo tendrás que esforzarte, por que a base de esfuerzo, se construyen vidas óptimas.
Hay días que requieren un gran esfuerzo para que todo salga bien, como el día que estuve por la Sierra de Guadarrama y subí al Pico Peñalara. Yo intento estar fuerte físicamente el mayor número de días al año, mentalmente siempre estoy preparado para una actividad exigente, la que sea, sin importar el lugar, ni las condiciones. Cuando el día llega, sólo tengo que centrarme en llegar al lugar de partida, o con suerte, que me puedan recoger en otro distinto. Un día estando cerca de Madrid nos acercamos a visitar La Granja de San Ildefonso, catalogado como lugar recomendado, no llegué a verlo. Me soltaron a las afueras, cerca de unas murallas, con un sendero que trascurría paralelo. Mi intención llegar al Puerto de Cotos y pasar por el Pico de Peñalara. Hay que tener cuidado al comienzo, Bosque de Valsain, son muchos los senderos por los que se puede ascender desde esta zona, entrecruzándose algunos entre si en algún momento, lo que puede dar lugar a rodeos y vueltas innecesarias.
Los días anteriores había caído una gran cantidad de nieve, era mi primera vez por aquellos terrenos, y el entorno era increíble. Había agua en abundancia, crucé un río varias veces, siempre a la sombra, hasta llegar a una zona donde los arboles desaparecen, alrededor de 2.000 metros de altitud. Pasado el puerto de los Neveros, todo era más evidente, la dirección a tomar. Destacar la subida al Risco de los Pájaros de 2.266 metros de altitud. El inicio consta con una subida suave hasta llegar a la zona mas rocosa. Desde aquí tenemos una fuerte pendiente que rápidamente acabará en la cima del propio Risco. Pasado este primero llegamos al famoso Risco de los Claveles de 2.387 metros de altitud. Lugar que cuenta en su haber con el triste récord de tener el mayor número de accidentes de la Sierra de Guadarrama, según me comento un esquiador de travesía con el que compartí un rato de la subida. Yo lo encontré bastante peligroso, porque la roca se encontraba cubierta de hielo, pero incluso, si pretendía evitar la cresta, el paso a media ladera, por mi derecha, era más peligroso si cabe con una caída semejante a la del lado izquierdo. Pasado este punto, comencé a ver la cumbre del Peñalara, era bastante reconocible por la gente que se encontraba y se dirigía a ella. Es el pico mas alto de la Sierra de Guadarrama con 2.429 metros.
Hay que reconocer que el paraje por donde discurrió toda la subida tiene un gran encanto, ríos, bosques, crestas y unas magnificas vistas. El Pico Peñalara es un lugar recomendado al que subir. Para ser invierno, me encontré unas condiciones muy buenas para la practica del trail, corriendo en mangas cortas la mayor parte del tiempo. La nieve excepto en las zonas más expuestas, estaba perfecta, tanto para subir como para bajar sin la utilidad de crampones. Sólo me quedaba ir hacia abajo, corto descenso, debido a la afluencia de personas desde el Puerto de Cotos, consistió en dejarse caer, a veces corriendo y a veces patinando sobre la nieve, sin preocuparme por la orientación, disfrutando como cuando era un niño pequeño y me llevaban de excursión a Sierra Nevada con mi plástico en la mochila para deslizarme por la nieve.

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