Sierra de Gredos: Pico La Mira con filosofía

En la sociedad actual hay muchas divisiones, unas peores que otras, de la que menos importancia tiene es la división entre los que son corredores y los que no lo son. A través del prisma de un corredor asiduo, como es mi caso, se pueden dar muchas cosas por sentado que realmente vale la pena cuestionarse. Creo que nosotros, primero como humanos y segundo como corredores tenemos una clara tendencia a sumergirnos tanto en nuestros hábitos y cultura que a menudo comenzamos a pasar por alto algunas preguntas muy obvias y sustanciales sobre nuestros fuertes hábitos y nuestras pasiones más profundas. A quien no le suena la pregunta, "¿Por qué corres?". Seguramente habrás echo como cualquier corredor, descartar este tipo de pregunta o simplemente contestarla con una respuesta superficial y no volver a pensar en ello. Después de todo, en nuestro grupo de corredores jamás nadie haría una pregunta como esta a otro compañero corredor. Que pasaría si cambiamos la pregunta anterior por: "¿Si correr te hace bien a ti sólo, entonces no es egoísta dedicarle tanto tiempo?". Por supuesto que la gente no suele preguntar de esta manera tan directa. Si esto ocurriera podría ser fácilmente el final de la conversación, y daríamos como buena la premisa de que los no corredores simplemente no entienden a los corredores. Pienso que esta es realmente una pregunta importante, que merece la pena prestar atención. Una pregunta que nunca podríamos hacernos si no tuviéramos amigos, familiares o parejas lo suficientemente alejados de la carrera para pensar en las cosas de esta manera. Como corredores, simplemente "sabemos" que hay un significado más amplio para salir a correr, y que es beneficioso para algo más que solo nosotros, por lo tanto, no del todo es egoísta. Sin embargo, en muchos casos, es posible que no comprendamos por qué este es el caso, pero solo sabemos que es así, por lo que no lo exploramos más a fondo.
Mi respuesta a esta pregunta es un rotundo no. Sin duda, correr no es un acto egoísta y, de hecho, beneficia a casi todos y a todo lo demás en nuestras vidas. Cuando desarrollamos una práctica consistente como correr, tendemos a desarrollar un nivel de estabilidad, salud física, mental, emocional y satisfacción que hace un bien al mundo con el que interactuamos. Por lo general, las personas no salen a correr cientos de veces al año a menos que tengan una profunda pasión por ello, y creo que cualquier cosa por la que tengamos una gran pasión nos da una profunda sensación de alegría y logro que a su vez hace una inmensa cantidad de bien para el mundo que nos rodea. Todo esto puede parecer ridículo o incluso una ilusión, pero creo que esto es tan cierto y definitivo como cualquier otro indicador de las cosas que hacemos que hacen del mundo un lugar mejor, como podría ser reciclar. Puede que no sea tan cuantificable, y esto es parte de la razón por la que a menudo se duda. Piensa en todas las veces en tu vida que te has encontrado con alguien que parece excesivamente alegre, equilibrado, contento y entusiasmado con la vida. ¿Estas interacciones no te han convertido en una mejor persona de alguna manera pequeña? No quiere decir que los corredores estén automáticamente más felices, equilibrados, contentos y entusiasmados con la vida de lo que estarían si no corrieran, pero he corrido lo suficiente en mi vida para saber eso, cuando vuelvo de correr vuelvo más alegre y me siento más vivo que antes de irme. No quiere decir que correr sea el único camino para sentir tanta alegría y pasión por la vida, pero es un camino que funciona muy bien para muchas personas. Al salir casi todos los días y buscar este equilibrio, alegría, pasión y entusiasmo por la vida a través de la práctica del correr, definitivamente estamos haciendo el bien por algo más que solo nosotros mismos. Estamos difundiendo una energía y una mentalidad a todas las personas con las que entramos en contacto, lo que hace que cada uno de ellos sea un poco más fuerte y un poco más vivo de lo que eran antes de esa interacción.
El relato anterior no es por gusto, es el razonamiento al que he llegado para poder explicar a mi pareja porque salí aquel 20 de Febrero de 2019 a correr estando de vacaciones con ella, vacaciones que íbamos a pasar durante una semana por Toledo, Segovia y compañía visitando lugares. Y es que salí cuando todavía no había amanecido, con la intención de volver al desayuno. Nos quedamos a dormir en el Hotel Rural El Retiro de San Pedro, un lugar que invitaba a relajar y disfrutar de sus alrededores y gastronomía, recomendado. No sabía por donde iba a correr esa mañana, sólo había leído de como llegar a un lugar muy conocido para dejar el coche, a partir de ahí, te adentrabas en un lugar increíble, de montaña, con desnivel, no quería leer, quería correr por allí. Al terminar estas rutas, como muchas otras, es cuando me informo de  nombres de lugares por los que he transitado y si he llegado a realizar algún pico. Hasta una semana después no supe que el nombre del Pico que había subido era el de La Mira. Me gusta esa sensación, no la cambiaría, la incertidumbre y el desconocimiento del lugar, por ahora, es algo que me puedo permitir hacer.
Para acceder a esta ruta, tomaremos como punto de partida la población de Guisando, justo donde yo me encontraba, desde ella, ascendemos con el coche por carretera asfaltada, que nos permitirá contemplar este pintoresco pueblo desde lo alto, con sus bellos tejados y chimeneas. Pasaremos por el cruce del Camping y el Campamento Luis Manuel López Martínez, finalizando en la plataforma de Gredos, paraje conocido como Nogal del Barranco. Aquel día no había nadie, ni en la ida ni en la vuelta, quizás debido a que era Miércoles, pero tiene aspecto de ser un lugar de recreo dominical. Existe un monumento dedicado al macho montés (Capra pyrenaica victoriae), con una fuente de agua muy fresca, donde parece haber en funcionamiento edificios acondicionados para domingueros. Pude estar tranquilo, respirar, admirar el Nogal, árbol milenario que da nombre al lugar, así como visitar la reconstrucción de unos antiguos Chozos de cabreros donde se pone de manifiesto la vida y costumbres de la tradicional actividad ganadera, reflejada en estos elementos etnográficos.
La ruta comienza por un camino empedrado formando escalones para facilitar el paso evidente, a medida que vamos dejando a nuestra izquierda el Río Pelayo, que sube entre pinos y enebros, para ir dando paso al roquedo, piornos y demás vegetación alpina, todo muy diferente al Sur de España. En principio, no es necesario transportar agua, así soy yo, pues se pasa por varias fuentes, El Llamaril, El Amanecer y Macario Blázquez. Tanto si giras la cabeza como si la fijas al frente, la panorámica es espectacular, una hacia el valle y otra hacia los Galayos, te enmudece. El camino poco a poco se hace más empinado y estrecho hasta que se va encajonando para cruzarse con la garganta en el sitio de La Apretura, justo en la base de las agujas. Por el margen izquierdo subimos por un camino en forma de zig-zag para llegar al Refugio Antonio Victory a 1.950 metros, que se encontraba cerrado. Ubicado en una plataforma envidiable, con vistas al fondo del valle y a pie de pared de autenticas agujas de granito. ¡Cuantas hazañas se habrán vivido en este lugar!.
El camino continua por pedrera arriba, lugar donde me desenvuelvo de maravilla, con tendencia a la izquierda, siguiendo los hitos y marcas de pintura y sin coger las portillas que tenemos encima, llamadas Puerta Falsa, por no tener salida. Con la presencia de niebla este lugar es crítico, la orientación no es buena, pudiendo acabar en zonas muy expuestas, lo digo por experiencia, no es terreno para dudar. Una vez arriba, llegamos a una inmensa planicie, llamada Los Pelaos, con una fuente de agua. Ya está cerca la cumbre del Pico la Mira, donde hay una torre levantada utilizada en tiempos pasados para el telégrafo óptico, hoy vértice geodésico. Este es el lugar más propicio para llevar ese nombre, o eso dicen, las vistas deben de ser infinitas y maravillosas pero yo no tuve esa suerte aquel día. Exceptuando momentos esporádicos donde la niebla bajaba y subía, que yo utilizaba para poder orientarme y encontrar el camino tanto de ida como de vuelta.
Como se puede observar en la imagen de arriba, en la parte derecha, hay muchos tramos de idas y venidas, a veces circular. Ni el tramo final al Pico la Mira fue el mismo en la ida y en la vuelta. Realmente hubo algunos momentos en los que perdí la orientación, pero nunca puse mi vida en peligro. A pesar de ir en zapatillas y encontrar toda la parte de arriba con bastante nieve, me encontraba cómodo. No se cuantos accesos puede haber a la planicie superior, pero realmente pensé que podía bajar por otro lugar distinto al de subida, me equivoque, mucho cuidado allí arriba. Los vídeos de esta entrada refleja bien las sensaciones de allí arriba. Después de ocupar media mañana en correr por la montaña, poner la vida en riesgo y llegar tarde al desayuno,  como explicar que esas horas invertidas en mí también son horas invertidas en los demás, quizás ayude la forma en la que volvemos, siempre con una sonrisa de oreja a oreja, los ojos brillantes y los brazos abiertos.

Comentarios