Subida al Veleta: Algo más que unos Relevos

El pasado mes de Septiembre tuve la oportunidad de participar en una prueba competitiva en pareja, la XXXV Subida Internacional Al Pico del Veleta. Sí, camiNOsolo en una prueba por relevos, quizás al final de esta entrada lo entendáis. Las pruebas de relevos quizás sean las competiciones más motivadoras a las que nos podemos enfrentar. Aunque para mí haya sido la primera vez, esta forma de competir tiene cientos de años de historia. Sus comienzos nacieron en torno a las celebraciones funerarias. El objetivo era transportar la llama de un fuego sagrado a otro punto, normalmente en algún lugar elevado de unas colinas cercanas. Se realizaba por medio de unas antorchas hechas de algún tejido blando extraído de algún arbusto. Con el pasar del tiempo, las costumbres fueron evolucionando en una carrera que iba de un altar a otro. Se dice que las carreras celebradas en Atenas, la antorcha se encendía en el altar de Eros y era llevada hasta la academia de Platón, al ser estas distancias sumamente largas, los corredores que llevaban la antorcha la pasaban de unos a otros durante el recorrido, dándose relevos.
Cada vez que nos embarcamos en algún proyecto personal o un nuevo objetivo, en el deporte o fuera de este, no importando cuán grande o pequeño pueda parecer. Lo realmente importante es imprimirle un alto grado de compromiso, dedicación y propósito para su buen desarrollo y cumplimiento final. Comprometernos con aquello en lo que ponemos nuestra imagen, nuestro nombre y nuestra energía es fundamental e innegociable para su realización. Me gusta el atletismo, correr por montaña, lo disfruto, lo reconozco, es un deporte para solitarios. Pienso que soy yo y mis piernas, mejor o peor entrenadas, ya que al final, no se presupone el apoyo grupal de los deportes de equipo. Puedo ser mi mejor aliado o mi peor enemigo, pero a veces, al igual que ocurre a lo largo de la vida en pareja, en una carrera, la compañía es lo más importante y Ricardo Barrera Rios una gran muestra de ello.
En las pruebas por relevos, el valor del compromiso es un intangible que nos debe permitir dar lo mejor de cada uno de nosotros sin necesidad de que el compañero nos lo solicite. COMPROMETIDO se ES y se ESTÁ, y en efecto, es una forma de apostar por un estilo que, en ocasiones, no tiene recompensa a corto plazo, incluso, a veces tiene un perjuicio, pero es necesario por coherencia, por "bienser", muy por encima de bienestar. He visionado muchas pruebas por relevos desde entonces, todas ellas espectaculares, siempre dejan anécdotas y emociones a raudales. Mi "prueba", la nuestra, no fue menos, y para mí tuvo todo lo que podía esperar: Dedicación, sacrificio, compromiso, solidaridad, esfuerzo, mucho esfuerzo, nervios, apoyo moral, psicológico, grupo, acompañamiento, lucha, derrota y victoria final. Y es que, al final no fue tan fácil como parecía, hay que tener el total respeto siempre a cualquier prueba, llegar hasta la cima tras superar 50 kilómetros, 25 cada uno, con fuerte desnivel y condiciones climatológicas cambiantes, no debería ser sólo una competición, debe ser además todo un reto personal.
Cuando una persona da lo mejor de sí misma, experimenta la alegría del deber cumplido. Todos quisiéramos poder repetir las mismas palabras que dijo un día San Pablo: "He peleado hasta el fin el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe". (2Tim 4,7). Siempre que nos ponemos un dorsal, tenemos buenas intenciones, comenzamos con firmeza, queremos ser la mejor versión de nosotros mismos. Hoy un relevo, algo más que recibir y pasar un testigo. Mañana solos contra el mundo. Tropezar, fallar y, en ocasiones, tener el deseo de abandonar la carrera son parte de la naturaleza humana. Pero cuando corres por relevos te comprometes no solo a comenzar la carrera, sino también a acabarla, y a hacerlo con nuestra antorcha ardiendo todavía con intensidad. Siéntete observado por ti mismo. Atrévete a que tu estilo favorezca el compromiso de los demás, también el tuyo, sin necesidad de que nadie lo solicite expresamente. Si lo conseguimos, estaremos en el camino correcto, créanme.
Pase lo que pase y hagas lo que hagas, cuando nos metamos en la cama, solo nos quedan los recuerdos. Estos recuerdos se convierten en nuestra memoria, y la memoria, en emociones. De esta forma, las emociones son el principal propulsor para que el recuerdo permanezca con nosotros y nos acompañe el resto de nuestra vida. Cuanto mayor es el impacto emocional, positivo o negativo, mayor capacidad tendremos de recordarlo. La Subida Internacional al Veleta del 2019 no fue una carrera más, como tampoco lo fue aquella marcha cicloturista al Veleta del 1998 con quince años de edad. El temblor de las piernas, el esfuerzo al respirar, exhausto de fuerza, la mano que te acompaña, los últimos metros, el abrazo final, la recompensa del podium un día fueron vivencias, hoy recuerdos para siempre en mi memoria.
Especial mención al Pura, Lorenzo, Yordana, Ricardo y como siempre a Inma, por siempre agradecido.

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