Trail Alcaucín - Axarquía: ¿Por qué competimos?

Competir es un verbo que se asocia con muchos otros, como por ejemplo vivir, jugar, placer, poder, reconocer o crecer entre otros. Como la competencia es una actividad integral, requiere de todo nuestro ser al completo, por lo tanto todo el sistema personal está en juego. No solo los músculos y órganos se benefician, sino que la mentalidad de la persona que compite también lo percibe, porque la competencia también es superación, valentía, sueño o fantasía. Son tantos los verbos que acompañan a competir que podríamos afirmar que la misma vida es competencia, pero una competencia con valores, reglas, tradiciones y modelos de conducta que le hacen desarrollar al ser humano, un profundo sentido de dignidad y equilibrio. Incluso en las actividades en los que la competencia es menor o inexistente, los seres humanos competimos contra aquellas fuerzas extrañas como pueden ser el viento, la velocidad, la altura, el vértigo, las que aún siendo rivales irreales, se comportan con toda la potencia de sus fuerzas. En el ámbito deportivo, el ser humano se prueba una y otra vez, con el mismo deseo en mente, ganar o ganarse, sirviendo la victoria para autoevaluar sus condiciones física, el aprendizaje realizado, su nivel de esfuerzo y el reconocimiento público obtenido.
Cuando me he fijado en la naturaleza humana, he podido observar un patrón en común, en algunos más en otros menos, una necesidad constante de saber, de comprender aquello que se le presenta diferente, arriesgado y por tal atrayente. En mi caso, ese algo me supone un desafío, el cual genera respuestas creativas tanto en variedad como en contenido. Es aquí donde encuentro que, ante un mismo desafió, emergen diferentes respuestas dependiendo del individuo desafiado, a razón de su personalidad, habilidad, entrenamiento o cualidades físicas. De todos modos ya sea solo o en equipo, con experiencia o sin ella, riguroso o suelto, alto o bajo, blanco o negro, el hombre compite consigo mismo porque es innato en él, el impulso a vivir.
El pasado 27 de Abril, se celebró una carrera que no termina de consolidarse en el calendario provincial, no será por el lugar elegido para trazar su recorrido, ya que se celebra por la Sierra Tejeda, unas de las sierras más contundentes que conozco. El año pasado no se celebró, por falta de inscripciones y hace dos años participé en la modalidad Ultra, una carrera de 100 kilómetros que por segundo año consecutivo no se podía concluir debido a las inclemencias del tiempo y se suspendería en el kilómetro 70. Y es que como he dicho anteriormente, esta sierra tiene un cambio de meteorología muy peculiar y brusco sumado a su altura y abrupto relieve. En esta edición, he participado en la modalidad trail, de 26 kilómetros y casi 1.400 metros de desnivel positivo y es que aunque faltaba una semana para la Ultra Magina Top Trail de 83 kilómetros, me apetecía competir. Esta modalidad no subía a la Maroma, que en su versión ultra, sube dos veces, pero se compensa con los pasos por zonas como la "loma de las víboras" por el cortafuego con sus increibles vistas, se baja por la cara norte hasta el Área Recreativa Alcauca, además, prácticamente se sube al collado de la Torrecilla que, sin ser una de las cumbres más conocidas de sierra Tejeda, es un extraordinario mirador. Personalmente, le tengo mucho cariño a esta sierra, como ya he manifestado varias veces, y así lo demostré, primero inscribiendome y después presentándome con ganas de darlo todo. No voy a entrar a valorar el tema de organizaciones, pienso que las carreras la hacen los corredores, aunque estén mal organizadas, y en esta nos presentamos algunos con ganas de correr, incluido locales que llevaban preparándola con bastante tiempo. Creo que se dio un buen espectáculo, por lo tanto desde aquí agradecer a todos los corredores por su esfuerzo y felicitar a Moisés Gallardo por su gran victoria.

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