Vídeo: Unos días por los Dolomitas

Yo, naturalmente, no sé bien qué es la vida, pero me he prepuesto a vivirla, no quiero que me la cuenten. De esa vida que se me ha dado, no quiero perderme nada: no solo me opongo a que se me prive de las grandes experiencias, sino también y sobre todo de las más pequeñas. Quiero aprender cuanto pueda, quiero probar el sabor de lo que se me ofrezca. No estoy dispuesto a cortarme las alas ni mucho menos que nadie me las corte, tengo más de 30 años y sigo pensando en volar por cuantos cielos se me presenten, surcar cuantos mares tenga ocasión de conocer o escalar cada montaña que encuentre. Estoy dispuesto a que la lluvia me moje, a que la brisa me acaricie y el frío me arrope. La vida es un viaje espléndido y para vivirla solo hay una cosa que debe evitarse: el miedo. La vida es de todo menos segura, pese a nuestros absurdos intentos para que lo sea, o se vive o se muere, pero si eliges lo primero, debes de aceptar el riesgo.


Solemos sufrir al pensar que las cosas deberían de ser de otra manera, está bien ese pensamiento, pero nuestra realización humana no puede depender del resultado de dicho deseo. Pongo como ejemplo este viaje, donde yo tenía pensado subir a la Marmolada (Punta Penia de 3343 metros), para ello viajé en coche hasta el Paso de Fedaia, mítico del Giro de italia, llegué de noche, en la subida desde Canazei, había mucha nieve por la cuneta, pero el paso estaba abierto a los vehiculos. Arriba había una gran capa de nieve por los alrededores, se notaba que había nevado los días previos pero las máquinas habían limpiado la nieve de la carretera. Intenté plantar la tienda en algún lugar pero no pude, la capa gruesa de nieve en polvo en algunos lugares y el viento en otros, me obligaron a pasar la noche dentro del coche. Fue una noche con temperaturas rondando los -10, con fuerte viento que convirtió la nevada en una ventisca. A la mañana siguiente no podía mover el coche, ni salir de el, me encontraba atrapado en aquel lugar, sufría porque deseaba que las cosas pasaran de otra forma. Pero no me frustré, porque para llegar hasta allí, tuve que recorrer un camino, mental y físico, y al final, comprendes que lo importante del viaje, ya lo estaba viviendo.


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