Cómo quieres que no hable de mí, ¿Si sólo hablo conmigo?
Hay momentos en nuestra vida en donde quisiéramos que las cosas fueran
de una manera que realmente no son. Todos hemos querido que por arte de
magia el episodio gris que estamos viviendo sea transformado por un
episodio lleno de colores radiantes que reflejen nuestra felicidad ante
dichas situaciones.
A veces las cosas salen mal y no es culpa de nadie. Pero todos queremos un porqué. Un motivo, algo que podamos envolver, ponerle un lacito y enterrarlo lejos. Enterrarlo tan hondo que parezca que nunca ha pasado. Me pregunto cuánto tiempo de nuestras vidas se pasará la gente rezando y pidiendo que algo que ha ocurrido no hubiera pasado. A lo mejor Dios existe porque a las personas les asustan todas las cosas malas que son capaces de ocurrir. La verdad, creo más en la voluntad de las personas que en Dios, también pienso que el Diablo tiene más sentido que Dios. Al menos entiendo porqué la gente quiere que exista. Nos hace sentir mejor el echo tener a alguien al que echarle la culpa de las cosas malas que ocurren. Hay dos formas de ver el mundo. Una es que la vida está llena de oportunidades, siendo optimista y positivo, que está bien, olvidando las cosas malas, como si no las uvieras. La otra, es ver la realidad. Puedes ver y sentir la tristeza que hay detrás de todas las cosas. Si no dejas que el mundo te afecte, no te partirá el corazón. Estoy seguro de que he llorado todas las lágrimas que había dentro de mí. Pero aprendí que con las lágrimas no puedes hacer que alguien que no esté vuelva o que algo que pasó no haya pasado. Siempre está ahí. A veces las cosas no salen bien y no es culpa de nadie. Asumir es la solución.
La ruta que he realizado, no es la que yo pretendía en un principio. He partido de la localidad Canillas de Aceitunos, para subir a la Maroma por el sendero de "Casa de la Nieve". He bajado hacia el Robledal, una ruta un poco más corta que la subida pero más bonita, transcurre por la cara norte de la Maroma, uno de sus tramos más bonito es la sucesión de prolongados zig-zags que discurren junto a las paredes del precioso desfiladero del Salto del Caballo. Al llegar a la pista que se dirige al Cortijo del Robledal, sale otra pista hacia Los Barrancones, un albergue gestionado por el Ayuntamiento Alhameño, tomé dicha pista hasta que termina y comienza un precioso sendero que transcurre por un bosque de robles, encinas, cedros, pinos y abetos de repoblación. Cuenta también
con castaños, quejigos y un alcornocal cercano. Esto da lugar a un
ecosistema único, famoso por su variedad de setas. Mi intención era volver a subir a la Maroma o Tacita de Plata por un lugar desconicido por mí, para bajar por Alcaucin y volver a por el coche a Canillas de Aceitunos. Pero a veces las cosas no salen bien, el tiempo durante todo el día fue muy duro, sobretodo en cotas altas, donde
la niebla y nieve no dejaban respiro alguno. Como se puede apreciar en la
ruta grabada con el GPS, no conseguí encontrar una salida cuando me encontraba a 1.600 metros de altitud, llevaba tiempo siguiendo huellas de cabras montesas, campo a través, hasta que se terminaron en la vertiente de un barranco y me desoriente, al llegar la noche, no tuve más remedio que deshacer mis pasos hacia el Cortijo del Robledal, para llamar y que me recogieran.
Tengo la suerte de tener a mi lado, una persona muy especial. No se como darle las gracias por todo lo
que hace por mi, porque aparte de que me aguanta mucho, que tiene su mérito, siempre que la
necesito está ahí. Puedo afirmar tranquila y orgullosamente que es la persona que más quiero en el mundo. Saber que hay alguien en la tierra que se preocupa por ti, y que haria cualquier cosa por encontrarte, no tiene precio.
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Gráfico de la ruta. |
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Subiendo desde Canillas, vistas al Mediterraneo. |
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Cartel Casa de la Nieve. |
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La Maroma. |
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Casa de la Nieve. |
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Refugiándome un poco del viento. |
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Pantano de la Viñuela. |
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Corriendo bajando por el Salto del Caballo. |
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Precioso desfiladero. |
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Albergue los Barrancones. |
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Mis guias. Cabras montesas. |
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Nunca estoy solo. |
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