Relatos: El límite está en tu mente.

"Donde esté tu tesoro, allí estara tu corazón ,"

Una vez conocí un niño ... de esta forma han comenzado cientos de historias y relatos a lo largo de los años, pero perfectamente podría ser el comienzo de nuestra pequeña vida. Ese niño llegó a tener sueños, algunos los realizó, con esfuerzo y voluntad, otros los tuvo que abandonar y guardar con resignación en alguna parte profunda de su corazón. Las personas tenemos varios enemigos capaz de hacer fracasar los más hermosos sueños, los más ambiciosos proyectos y las más brillantes posibilidades de realización personal, uno es la postergación. La postergación consiste en derivar a un futuro incierto la realización de algo, si tienes el hábito de postergar piensa en cómo ello ha influido en tu vida. Y a continuación, toma la decisión de terminar con él, no sigas aplazando los sueños porque no sepas como van a terminar. Otro enemigo es el fracaso, la mayor parte de sueños que tenemos no se llegan a materializar debido a que tenemos miedo a equivocarnos y fracasar en el intento. La historia está llena de hechos que van contra el sentido común, incluso contra la razón y sin embargo ahí están, son una realidad y en muchos casos no tienen una explicación racional ni científica. Creo que podríamos decir que únicamente es imposible aquello que nosotros pensamos que los es, por tanto, todo aquello que nos propongamos puede realizarse, de ahí que el secreto para conseguir las cosas que queremos es ir a por ellas sin miedo al fracaso y manteniendo una mentalidad positiva en logarlo, y sabiendo que dicho miedo será lo único que podrá impedir que las consigamos. Ya lo dijo el escritor mejicano Hector Tassinar, “Dios no te hubiera dado la capacidad de soñar sin darte también la posibilidad de convertir tus sueños en realidad”.
El niño iba creciendo, era una persona promedio, con dudas y miedos, mientras crecía aprendía, de tanto perder aprendió a ganar, de tanto llorar se le dibujo una sonrisa, conocía tanto el piso que solo miraba el cielo, tocó tantas veces fondo que, cada vez que bajó, ya sabia que mañana subía. Tuvo que sentir la soledad para aprender a acompañarse. Conforme iba creciendo tuvo que aprender a despedirse, ya no le sorprendia que la gente desaparezca de su vida, incluso amigos que se supone que iban a ser para toda la vida.
El niño se hizo mayor, en su cartera, un sinfín de errores y un par de aciertos. Le llegó momentos dificiles, momentos duros, momentos de vacios, momentos en los que intentas respirar, coger aire con todas tus fuerzas, pero sientes que no es suficiente, que ese aire no llega a tus pulmones, que no hay alivio posible, que la vida se ve en blanco y negro... ese niño se convirtió en hombre y ese hombre en mí. Por suerte tambien sé cómo uno siente cuando el dolor se marcha, cuando luchas con todas tus fuerzas para ver la luz entre tanta tiniebla, en cómo cambias de canal para ver la vida a todo color. Todo cuesta, todo duele, todo parece lejano ... pero cuando has llegado a la cima de la montaña, te das cuenta de todo el esfuerzo que has hecho para escalar los obstáculos... las vistas son todavía más bonitas si caben desde allí arriba, y te das cuenta, de que ya no cambiarías nada de lo ocurrido... y yo me pregunto, ¿por qué igual que miramos al cielo cuando estamos escalando y vemos todo lo que nos falta por llegar, por qué no miramos hacia abajo y sonreímos pensando en todo lo que hemos hecho de camino?

Con este texto me despido de ustedes, mañana lunes, salgo de viaje con mi bicicleta por España, seguramente subiré a Santiago por la ruta Mozárabe y bajaré por Portugal, la salida mi casa, lo único que tengo claro es disfrutar de cada momento, disfrutar el camino, no importa la meta. Quiero vivir feliz y con ilusión de descubrir algo nuevo cada día. El principio de un sueño, desde niño y la respuesta a la pregunta que siempre me hice, si pudieras hacer cualquier cosa, ¿qué harías?.

Lo que ha sido el campamento base estos últimos días, mi casa.

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